“Ni siquiera la muerte permanece”
-José Emilio Pacheco, citado por Mario Benedetti
Ni siquiera la muerte
se deshace de este polvo.
Cae sobre cada superficie
de esta casa como la lluvia
cae cada noche de estos días
en que vuelvo a este lugar
en que vivió y murió mi padre.
A lo único que de niños aprendimos
a temerle fue a que se cayera el techo,
sí, sobre nuestras cabezas.
Llegó el diluvio y se llevó los libros,
el piso y uno que otro mueble.
Por todos lados quedan cicatrices.
Se funden los focos y la oscuridad queda
y el agua gotea y los perros ladran.
Lo que queda del hombre, atrapado
entre las tapas de sus libros.
Quisiera volver a la palabra
pero lo único que queda son silencios.